El
actual, y más vivo que nunca, debate sobre los beneficios y los gastos del
mantenimiento de una televisión pública y autonómica, podríamos decir que viene
precedido como nunca antes había ocurrido, por el ERE que en julio de este
mismo año anunció Radiotelevisión Valenciana (RTVV) con 1295 despidos (hoy
serían 1198 los trabajadores que perderían sus puestos de trabajo). Sin
embargo, la consabida crisis económica que asola nuestro país y la ya también
conocida crisis de la profesión periodística han favorecido que el debate de
aquellos que están a favor o en contra de una televisión pública se haya
avivado mucho más con la actual situación que atraviesa Telemadrid.
Quizá
el debate periodístico que está surgiendo en torno a la figura de entidades
como Telemadrid, resida en la actualidad en analizar el cumplimiento de lo que
se ha bautizado como una gestión de “servicio público”. Sin embargo, ¿podríamos
decir que las televisiones privadas como Telecinco, Antena 3 o La Sexta no desarrollan una labor de servicio público?
Puede ser que la respuesta sea determinar qué objetivos y fines persigue una televisión
privada como las anteriormente citadas y cuál sería el fin de una televisión
pública como TVE o pública y autonómica como Telemadrid –aunque bien es cierto
que entidades privadas y a su vez, públicas, sostendrían que su programación
vela por el cumplimiento del Servicio público de la comunicación audiovisual como
recoge el Art.40.1 de la Ley //2010 General de la Comunicación Audiovisual-.
Se
entiende que el papel de la televisión pública reside en dar cabida a una
información veraz, plural y de calidad, que se aproxime al ciudadano, que sea
un organismo que fomente el desarrollo cultural y de identidad o que vele por crear unos contenidos que se centren en aquello que no puede encontrarse en una
televisión privada. Sin embargo, muchas de estas bases que componen lo que
debiera ser una televisión pública como tal no se cumplen y menos aun cuando se
trata de televisión no sólo pública como TVE, sino televisiones públicas y
autonómicas como Telemadrid, donde puede decirse que el foco de control y
debate es mucho mayor cuando entra en cuestión la labor que estas entidades realizan
a través del dinero de sus ciudadanos y sobre todo, por su tendencia
ideológica.
En
Informe sobre el papel de la Televisión
Pública Autonómica en España, Forta señala que en el contexto actual de los
medios de comunicación públicos se han visto y se ven perjudicados por: la
propia transformación del medio, por la pérdida de inversión publicitaria, por
la fragmentación de la audiencia (podría entenderse como causa el auge de
canales con la TDT), la presión para controlar el gasto, límites del servicio
público y la dificultad en la explotación.
Asimismo,
y como no, yo añadiría que la necesidad
del partido de turno por hacerse con el control del medio público o medio
público y autonómico, ha favorecido que la rentabilidad y la credibilidad de su
servicio se hayan visto notoriamente perjudicadas; sin duda, creo que es un elemento
que resta puntos en su desarrollo de ese servicio público. De esta forma además
creo que la presión sobre la televisión pública viene determinada por la
justificación mediante el índice de audiencias de la inversión que sobre la
entidad previamente se hace con fondos públicos. Es decir, tiene que
equilibrarse el gasto que se realiza con su eficacia en la sociedad que es por
la que se crea.
El
vídeo elaborado por trabajadores de Telemadrid en el que se ilustraba con humor
la evolución y caída de la corporación desde la llegada de Esperanza Aguirre
señalaba como punto principal de su decadencia en audiencia y por consiguiente,
en inversión publicitaria, la falta de credibilidad por la innegable mala
gestión y politización de Telemadrid. Pero bien es cierto, y en el caso de
Telemadrid, que podría añadirse que los contenidos ofrecidos por esta cadena
han ido perdiendo no sólo calidad sino originalidad. Recuerdo que programas
como “Madrileños por el Mundo” o “Madrid directo” eran símbolo de originalidad
en la cadena y en el caso de “Madrid Directo” de ser un programa entretenido que
sobre todo informaba de actividades culturales o formativas en la Comunidad de
Madrid que no eran abordadas en otras cadenas. Sin embargo, estos formatos
fueron copiados por TVE con “Españoles por el Mundo” o “España Directo” y, más
tarde, Cuatro, por ejemplo, se haría eco de estos programas con Callejeros o
Callejeros Viajeros con su particular punto de vista.
Por
lo tanto, creo que hubo un momento en el que Telemadrid era un modelo de
programación admirable por su variedad y por ofrecer contenidos que respondían a las
necesidades del espectador, pero ahora, éste puede encontrar ese tipo de
formatos en las televisiones privadas.
Quizá el planteamiento de debate ya no sólo resida en la politización de la
cadena, sino en plantearse qué se puede hacer para sobreponerse a la
competencia y ofrecer ahora más que nunca aquello que la televisión privada no
se interesa por ofertar.
Desde
mi punto de vista la televisión pública tuvo, tiene o tendría que tener dos ventajas (entre muchas otras) con las que sin duda puede hacer frente a la feroz
competencia de las cadenas privadas: no tiene o tendría que estar pendiente del
índice de la audiencia sino de cumplir con el objetivo de lo que la sociedad
demanda, creo que no hay mayor logro que conseguir satisfacer las necesidades
del ciudadano. No se necesitan los manidos shows o concursos televisivos
para captar audiencia, sino (y puede ser utópico y muy difícil) buscar aquellos
huecos que las televisiones privadas no consiguen solventar. La segunda ventaja
desde mi punto de vista es que la televisión pública no tiene o tendría que comparecer
ante sus posibles accionistas o inversores para dar muestra de su rentabilidad.
Pero sin duda, y volvemos a lo mismo, en los tiempos que corren, todo gira en
torno a las audiencias y los beneficios económicos que se generan.
El 1 de agosto de 2012 entró en
vigor la ley que reformaba la Ley General de Comunicación Audiovisual aprobada
en la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero.
En la actual ley vigente (6/2012 de 1 de agosto) se establece como primer punto que las Comunidades Autónomas
deberán presentar anualmente un informe donde se establece un equilibrio entre
la inversión realizada y la rentabilidad generada acogiéndose a lo estipulado
en la Ley Presupuestaria; un punto clave al que Telemadrid no puede hacer
frente a día de hoy y por el cual se están evaluando diferentes fórmulas para que la cadena no eche el cierre definitivamente, un hecho al que el actual presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no duraría en recurrir.
Además, y como señala el artículo tres de la
reciente ley : Las Comunidades
Autónomas que acuerden la prestación del servicio público de comunicación
audiovisual determinarán los modos de gestión del mismo, que podrán consistir,
entre otras modalidades, en la prestación del servicio de manera directa a
través de sus propios órganos, medios o entidades, en la atribución a un
tercero de la gestión indirecta del servicio o de la producción y edición de
los distintos programas audiovisuales, o en la prestación del mismo a través de
otros instrumentos de colaboración público-privada, de acuerdo con los
principios de publicidad, transparencia y concurrencia, así como no
discriminación e igualdad de trato. Asimismo, las Comunidades Autónomas podrán
acordar transformar la gestión directa del servicio en gestión indirecta, mediante
la enajenación de la titularidad de la entidad prestadora del servicio, que se
realizará conforme con los principios citados anteriormente.
Un punto que daría
pie a la externalización en la producción de los contenidos que se emitiesen y
a una privatización de la gestión del canal. Como sabemos, este es es el
contexto actual sobre el cual se debate el futuro de Telemadrid y sobre el cual está habiendo parones
constantes de los trabajadores en la cadena que ha provocado la caída aún más del índice de audiencia y de la publicidad.
Rosario
G. Goméz, periodista de El País publicó un artículo El hundimiento de
Telemadrid donde se incluían datos de audiencia, ingresos publicitarios así como
declaraciones de diferentes personalidades que han trabajo para Telemadrid y
exponen su punto de vista sobre la situación. El artículo que denota una
crítica feroz a la gestión de la cadena y sin duda hacia el PP, se informa por ejemplo de que si Telemadrid se mantuviese en pie la
programación estaría configurada por series, películas o incluso programas como
Madrileños por el mundo cuya producción emanaría de entidades privadas.
En este momento, y si la situación no varía, lo más probable es que Telemadrid pase a manos privadas y quizá sea la única salida para mantener la cadena, pero está claro que el carácter con el que se constituyó la cadena en 1984 si ha perdido su sostén, sin duda, en un futuro perderá su sentido. Pero, si esto sucede, podemos estar seguros de que los programas y contenidos que se viertan estarán destinados única y exclusivamente a favorecer los intereses del mando gestor con una asentada ideología, con unos fines económicos y se alejarán de lo que se entiende por servicio público. Entonces la cuestión está en saber, si Telemadrid como órgano con gestión privada conseguirá satisfacer las necesidades del ciudadano porque entonces, si no fuera así, lo más seguro es que surgiese una cadena que poco se podrá diferenciar de Antena 3 o La Sexta. Por lo tanto, ¿podrá seguirse acogiendo a una cadena pública? ¿a qué cadena tendrá que acudir el ciudadano para recibir un verdadero servicio público si corre el peligro de ser privatizada por un bajo índice de audiencia o falta de inversión publicitaria?
En este momento, y si la situación no varía, lo más probable es que Telemadrid pase a manos privadas y quizá sea la única salida para mantener la cadena, pero está claro que el carácter con el que se constituyó la cadena en 1984 si ha perdido su sostén, sin duda, en un futuro perderá su sentido. Pero, si esto sucede, podemos estar seguros de que los programas y contenidos que se viertan estarán destinados única y exclusivamente a favorecer los intereses del mando gestor con una asentada ideología, con unos fines económicos y se alejarán de lo que se entiende por servicio público. Entonces la cuestión está en saber, si Telemadrid como órgano con gestión privada conseguirá satisfacer las necesidades del ciudadano porque entonces, si no fuera así, lo más seguro es que surgiese una cadena que poco se podrá diferenciar de Antena 3 o La Sexta. Por lo tanto, ¿podrá seguirse acogiendo a una cadena pública? ¿a qué cadena tendrá que acudir el ciudadano para recibir un verdadero servicio público si corre el peligro de ser privatizada por un bajo índice de audiencia o falta de inversión publicitaria?
Ana Garay
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